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A pesar del resultado, Copenhague ha dado lugar a la construcción de un movimiento capaz de ganar la batalla para salvar al planeta.
Este fin de semana se reveló que la lucha ambiental no puede ganarse con una cumbre, pero salió a la luz el infinito poder de la gente cuando se une y lucha por un fin común.
Si permanecen juntos, nada puede detenerlos.
Hubo quienes descorcharon champagne en Copenhague. Los lobbistas de las industrias y corporaciones contaminantes, aquellos que dominan las democracias y han dividido a los líderes mundiales, celebraron su victoria. Han operado sigilosamente, agazapados desde las sombras, pero sus voces resonaron fuerte en los oídos de algunos políticos. Mientras brindan con su champagne, su única preocupación debería ser: el poder potencial de un movimiento ciudadano sin fines de lucro.
Fuente: http://www.avaaz.org
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